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LA PRÓXIMA EXPEDICIÓN DEL CAPITÁN ETAYO TRAVESÍA DEL ATLÁNTICO Y PASO DEL ESTRECHO DE MAGALLANES EL O L A T R A N E ZARPARÁ. DE SANLÚCAR DE BARRAMEDA E l JULIO (Fotos ÍEuropa- Press. Por M, MEHÉNDEZCHACÓN E N estas semanas en ias que se cumplen tres años de aquellos días de 1962, cuando preparaba su primera, estupenda y famosa expedición con la carabela Niña II el capitán Etayo se entrega afanosamente a los preparativos de ¡su segunda aventura ultramarina. Hace dos meses le acompañé durante dos días en el astillero de Camposancos, en la ribera del Miño, cerca de la desembocadura del río, donde las manos expertas de los hermanos Castro avanzaban son ritmo premioso pero seguro, en la construcción del Olatrane el segundo barco de Etayo. Por aquellos días, mediado abril, no había decidido aún el marino cuál había de ser la derrota de su próximo periplo. Ahora, el Olatrane ha sido botado al agua, y su rumbo está trazado ya en la cartas: el Atlántico va a ser testigo otra vez de la lucha de Etayo y sus gentes con los elementos. Pero en esta ocasión, el Atlántico será sólo una fase, una larga y penosa etapa de más ambicioso viaje, pues el propósito es seguir la ruta de Magallanes desde Sanlúcar de Barrameda, por Canarias, Río de Janeiro y Buenos Aires, para realizar la travesía del temido estrecho que lleva el nombre del descubridor luso- español. Después se propone tocar en algunos puertos suramericanos del Pacífico. Si Etayo, una vez en el otro Océano, por el propio Magallanes bautizado con el nombre que lleva, resistirá o no a la tentación de seguir el camino de aquél hacia el archipiélago filipino, y después el que, muerto Magallanes, siguió Juan Sebastián Elcano con el Victoria único que logró regresar a España de los cinco barcos que partieron de Sanlúcar, es cosa que no sabemos, pero consideramos hacedera, aunque no figura en el inicial plan de navegación. El teniente de navio Carlos Etayo es un fabuloso personaje a quien le ha tocado vivir fuera de su tiempo. El mereció vivir, y allí habría vivido a sus anchas, en aquel inquieto y marinero siglo XVI que siguió a la gesta colombina. Bastante, ambicioso es el propósito de surcar las traicioneras aguas del estrecho de Magallanes, donde reinan permanentemente las más adversas condiciones meteorológicas; pero, porque conozco a Etayo, dudo que si el Olatrane resiste la durísima prueba en buenas condiciones, se dé por satisfecho con lo conseguido y no. se sienta irresistiblemente atraído por los cantos de sirena que desde la otra orilla del Pacífico tirarán de él. Lo que se nos antoja más que dudoso es que el barco salga del tránsito de uno a otro mar en las condiciones mínimas exigióles de navegación. El velero- -ha dicho el propio Etayo refiriéndose al paso del estrecho en dirección Este- Oeste- -deberá luchar con un régimen casi constante de vientos contrarios, y hacer frente a durísimos chubascos que pueden hacerle zozobrar o causar le serías averías, si no se navega muy alerta. Se debatirá entre corrientes mucho más intensas que su propia velocidad, que lo harán retroceder cuando sean contrarias, y que aun siendo favorables, le resultarán sumamente peligrosas por rus rompientes contra las costas. Además como esas corrientes cuando le sean favorables, entrarán en pugna con los fuertes vientos dominantes del Oeste, levantarán una mar peligrosísima para las pequeñas embarcaciones como el Olatrane El historiador Rodolfo Cronau, en su obra América dice del estrecho: ...el. cual, lo mismo que toda la costa de Patagón! a, ofrece pocos e inseguros puertos, al paso que las fuertes corrientes, los arrecifes que se encuentran debajo del agutí y los furiosos huracanes, hacen sumamente peligrosos aquellos mares para los buques de vela, El historial de la travesía es, de por sí, bastante elocuente: después del paso de Magallanes, que alcanza el Pacífico con tres de los cinco barcos con que dejara ei Atlántico, fracasanlas expediciones de Alcazaba en 1534, y Thomas Cavedisfa, en 1591. En 1539, Alonso dé Camargo alcanzaba el Pacífico con una sola de las tres naves en que intentara el paso. Por último, he aquí los tiempos de las travesías consumadas: Strong, en 1690, ciento un días; Samuel Wallis. en 1766, ciento, dieciocho días; Simón de Cordes, en 1599, ciento cuarenta y tres días, y Besuchesne, en 1699, siete meses. Bougainville invirtió dos meses, y Byron, cincuenta y un días El Olatrane cuyas características consignábamos al relatar la visita que hac dos meses le hicimos en plena construcción, es una reproducción arqueológica del típico patache que formaba las escuadras de los descubrimientos del siglo XVI, algo mayor que la Niña II y de tres palos, en vez de dos que tenía aquélla. Estará dotado de aparejos latino y redondo, con una superficie máxima de velamen de 150 metros cuadrados. En su obra se encuentran todos los detalles característicos de la construcción naval de la época: abita molinete de barras, puntales entallados, bombas de achique conforme a los modelos de los siglos XV y XVI, clavos arponados, pernos de chaveta y remachados, cabillas de madera, etc. Asimismo, el barco va equipado y armado conforme a la época, y como instrumentos náuticos lleva rosa náutica, astrolabio, ballestilla y ampolletas. Su sistema de fondeo, fijado con cabos de cáñamo alquitranado en vez de cadenas, lo componen rezones y anclas de cepo de madera, y los instrumentos de pesca serán a bordo, arpones, fisgas y anzuelos. Los enseres de rancho son traJujo de artesanía semejante al de ¡a épJft. y de los mismos materiales que enuHbes se usaban, así como los recipientes de los